miércoles, 5 de enero de 2011

¿QUÉ ES LO NUEVO DEL AÑO NUEVO?

El calendario da su contundente adiós a todas las horas, días y meses del año anterior, pero sin detenerse siquiera a tomar impulso, arranca su carrera sobre la autopista libre del nuevo periodo, un año más. En este nuevo lapso, surgen como siempre, nuevas cosas, grandes logros, cimas por alcanzar, metas por conquistar, pero lo más irónico de todo es que al transcurrir el tiempo y ubicarnos nuevamente en el colofón del mismo, estamos mirando con nostalgia lo que no pudo ser, lo que no fue posible tener y lo que todavía queda por conquistar. Cómo hacer para romper ese círculo estático, que siempre termina dejándonos el mismo sitio donde iniciamos, no importa el impulso con que salgamos. Quisiera darte una sugerencia que podría ayudarnos a romper con ese hechizo. Observemos el proceso.

Lo primero que debemos hacer son RESOLUCIONES. Esto tiene que ver con cosas que decidimos. Algo que nos proponemos con firmeza en el corazón. Es importante distinguir las resoluciones de las peticiones. Muchos de nuestros propósitos para un nuevo año, se reducen a peticiones. Por eso al final concluimos que Dios no nos concedió lo que anhelábamos y por ende, en otro año será. “Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey” (Daniel 1:8). Esto fue algo que este joven decidió previamente. Antes de ser expuesto a su nueva ración, él ya lo tenía resuelto. Las resoluciones son determinantes. Por ejemplo, tú puedes resolver que en este año vas a tener una casa nueva. Tradicionalmente hacemos de esto una petición y en el mejor de los casos la incluimos en una lista de oración. Cómo evitar que nuestras resoluciones se conviertan en peticiones. Viene entonces un elemento que debe inseparablemente acompañar nuestras resoluciones.

Lo segundo es diseñar UN PLAN que permita llevar a cabo aquello que hemos resuelto. Una vez que el joven Daniel había tomado una decisión en lo concerniente a la dieta, puso en ejecución su plan. Pidió a su jefe que no lo obligase a comer la ración asignada y además le propuso una nueva dieta para él y sus amigos. No esperó el natural desenvolvimiento de las cosas, el actúo de acuerdo a lo que había planificado. Siguiendo con el ejemplo de la casa, dicha resolución tiene que ir de la mano de un plan de ahorros, reducción de gastos, definir el valor de la vivienda que deseamos adquirir, posibles fuentes de crédito, capitalización, etc. No puedo sencillamente sentarme el próximo 31 de diciembre y declarar que este año no se pudo, otro será. En la línea de nuestro ejemplo, quizás el plan no garantice que al final del periodo tendrás la casa, pero sin duda, habrás avanzado significativamente en el propósito.

Pero hay muchas otras cosas que, con una firme resolución y un plan sencillo, podrás alcanzar durante este año. Una relación más cercana e íntima con Dios, un avance significativo en tu conocimiento de la Biblia, una mejor relación con las personas que más cerca están (cónyuge, hijos, padres, familiares, compañeros de trabajo…), una cantidad de dinero ahorrado, una mejor forma física, etc.

Un consejo final. No hagas más de una resolución en la misma área. Si se trata de viajar por la autopista de las metas y los logros, entre más livianos vayamos mejor. Este año voy a comprar una nueva casa y un carro nuevo. Si te ocupas de uno de los dos propósitos podrás direccionar esfuerzos y verás un avance más notable. Ah, y anticípate a los posibles tropiezos, sin lugar a dudas, vendrán. Daniel lo hizo, y cuando el jefe le dijo que no podía acceder a su petición porque su cabeza estaba en juego, el joven judío le tenía una contrapropuesta. Este ejercicio nos permite anticiparnos a los riegos y de paso es un gran antídoto contra el desanimo. Que el balance final de este nuevo periodo nos permita celebrar y no mirar con tristeza lo que hemos recorrido.

Gracia y paz,

El Pastor Angel