domingo, 20 de mayo de 2012

MADRES GUERRERAS


No es posible medir la fortaleza de una madre. Estoy convencido que no hay otro ser sobre la tierra que sea capaz de esgrimir una fuerza descomunal en medio de alguna amenaza que involucre a sus hijos, como una madre. Todos seguramente han escuchado historias donde una mujer realiza una prodigiosa hazaña por salvar a uno de sus hijos, que después ni ella misma es capaz de explicar lo ocurrido.


“El pasado mes de Marzo (2012) un enorme huracán que asoló el pueblo de Henryville (Indiana, Estados Unidos). Fue de los fuertes. Se contaron 140 tornados, 76 descargas y 39 muertos. Pero hubo una cosa con la que no pudo: el amor de una madre. Fue difícil para Stephanie Decker ganar esa batalla para salvar la vida de sus hijos. Lo logró, pero ahora han tenido que amputarle ambas piernas.

Esta mujer de 37 años vio como la casa que había comprado junto a su marido para criar a sus dos hijos, Indiana, empezaba a temblar. Jamás imaginé que mi casa volaría por los aires, dijo la madre. Llevó a sus hijos —Dominic, de 8 años y la niña Reese, de 5— al sótano. Entonces la casa empezó a desintegrarse sobre ellos. No sabía qué hacer. Probó a cubrirlos con un edredón. Podía ver cómo la ventana volaba por los aires y cómo la casa reventaba". Así que hizo lo que se supone que le dictó su instinto maternal: protegió a sus hijos con su propio cuerpo. Justo a tiempo. El huracán estaba avanzando y todos los escombros cayeron sobre ella.

No podía permitirme perder el conocimiento. Me necesitaban. Tenían que tenerme así y mi obligación era pensar qué hacer. Después que todo pasó, declaró, Sabía que una de mis piernas se me estaba descolgando, o ya la había perdido. No sabía cuál, pero sí que estaba muy mal. Si no recibía ayuda pronto, iba a desangrarme".  Por fortuna, la ayuda no tardó en llegar. Stephanie fue evacuada y llevada a un hospital de Kentucky. No hubo más remedio que amputarle las piernas, pero sus hijos estaban completamente sanos”.


Ese don especial que tiene las mamás frente a las amenazas físicas de sus hijos, también debe ser usado frente a las amenas espirituales. En este momento, más que nunca, se necesita esa fortaleza especial para que los chicos de hoy no terminen bajo del cautiverio de cualquier cosa que el enemigo quiere hacer con ellos. La Escritura en el capítulo uno del primer libro de Reyes, registra la historia de una madre que descubrió y usó este don especial en un momento clave de la vida de su hijo.

Nuestra heroína se llama Betsabé, la madre de Salomón. Cuando David, el gran monarca de Israel está en sus últimos días, había un vacío momentáneo de poder y Amasías, un hermano mayor de Salomón, comenzó a cultivar el favor popular con el fin de proclamarse rey. Todo estaba listo, la revuelta había iniciado y el curso de los acontecimientos parecía indicar que el sucesor de David sería Amasías. Fue entonces cuando Betsabé se levantó para reclamar una promesa que había sido declarado sobre su hijo. El Rey, algunos años antes, había declarado que Salomón no solo lo sucedería en el trono, sino que también terminaría algunos proyectos que Dios no le había permitido concluir.

Esta mujer acudió al Rey y en medio de las limitaciones físicas de este, le recordó las promesas que él había hecho y se mantuvo en presencia del monarca hasta conseguir para su hijo, lo que legítimamente le correspondía. El rey desconoció las acciones de Amasías y arregló todo para que Salomón fuese reconocido como el nuevo monarca de la nación. Betsabé no estuvo dispuesta a ceder y con decisión y arrojo, peleó porque su hijo recibiera lo que Dios había destinado para él.

Creo que este es un desafío para las madres en medio de la celebración de su día. No permitas que nada ni nadie se llevé todo aquello que Dios te ha prometido a tí y a los tuyos. Acude hoy a la presencia misma del Rey de reyes y Señor de señores y declara todo aquello que él en su Palabra te ha prometido. No te rindas, tú eres poseedora de una fortaleza especial que Dios te ha dado, tú eres una madre, una guerrera.

lunes, 14 de mayo de 2012

¿AVIVAMIENTO EN COLOMBIA?


En estos días un amigo que vive hace más de 40 años en la ciudad de Bogotá, me contaba una experiencia que vivió estando de visita en otro país. Fue literalmente rodeado y abordado por algunos pastores y líderes de iglesias, quienes querían saber de primera mano acerca del fenómeno de avivamiento que se está dando en nuestro país y particularmente en la ciudad de Bogotá. Los comentarios de estas ansiosas personas eran algo así como: "Bogotá se ha convertido en la cuna del avivamiento mundial, esta ciudad está inmersa en un avivamiento sin precedentes históricos, y es desde allí que se está exportando el avivamiento al mundo". Mi amigo sorprendido les contestó... "Realmente no sé de qué ciudad me hablan, pero puedo asegurarles que no se trata de las misma en que he vivido los últimos 40 años".

Si con avivamiento se quiere definir la concentración masiva de personas en cultos y reuniones cristianas, estamos en avivamiento. Si con avivamiento se quiere designar los multitudinarios conciertos musicales de artistas cristianos, estamos en avivamiento. 

Si es avivamiento la capacidad que hoy tienen las iglesias de convocar personas y abarrotar los grandes escenarios por medio de cruzadas y jornadas de milagros, estamos en avivamiento. Si avivamiento es manejar cuantiosos recursos y poseer notables influencias a los más altos niveles, estamos en avivamiento.

Pero si avivamiento es una profunda reforma espiritual que se incuba en el corazón de una persona y trasciende hasta afectar su entorno y estremece los cimientos de la corrupción y el pecado... Nada de lo que nos está pasando encaja bajo esta designación.

Cuando Esdras regresa del exilio, encabezando el tercer grupo de repatriados, se encuentra con que el remanente de Israel que ahora vive en Judea, ha alcanzado varios logros importantes. Han construido el templo, han restaurado las ciudades y han edificado sus propias casas, pero se da cuenta que la estructura espiritual de la nación no está creciendo en la misma proporción. Aunque todos los servicios del templo ya se habían organizado, este Escriba descubre que la nación se había apartado de la impronta que Dios había hecho de ella.

“El pueblo de Israel y los sacerdotes y levitas no se han separado de los pueblos de las tierras, de los cananeos,… y hacen conforme a sus abominaciones. Porque han tomado de las hijas de ellos para sí y para sus hijos, y el linaje santo ha sido mezclado con los pueblos de las tierras; y la mano de los príncipes y de los gobernadores ha sido la primera en cometer este pecado” (Esdras 9:1, 2).

Esa nación había sido designada por Dios como linaje santo y por la mezcla con pueblos paganos había dejado de serlo. La más grande tragedia que puede vivir el pueblo de Dios, es que nuestra identidad se diluya en medio de las presiones que son generadas por el entorno pecaminoso en que vivimos. El remanente asentado en Jerusalén, parecía no notarlo, pero Esdras rasgo sus vestidos y corrió a postrarse delante de la presencia de Dios. Por su conocimiento de la Ley, este hombre descubrió que el haber emparentado con pueblos paganos, ofendía de manera flagrante la santidad de Dios. La Palabra les instaba a separase de dichos pueblo y el llamado de Esdras fue sencillamente ese.

Disolver matrimonios de años, algunos de ellos con hijos de por medio, parecía una acción que rayaba en el fanatismo, sin embargo, al revisar lo que Dios había declarado se dieron cuenta que no tenían otra opción. Después de convocar a la nación y revisar lo que la Ley mencionaba sobre estos matrimonios, el pueblo respondió, “lo haremos”.

He ahí una bonita definición de lo que es Avivamiento. Cuando una persona, una familia, o una congregación en general deciden obedecer lo que Dios dice por medio de su Palabra, sin importar las implicaciones que esto tenga. Por ejemplo, cuando una persona decide romper con esa relación adultera a pesar de lo gratificante que parece, porque así lo dice Dios en su Palabra. El empresario que renuncia a su doble contabilidad y sujeta su negocio a todos los parámetros de legalidad, porque a la luz de la Palabra no hay otra opción. El adolescente que decide guardarse sexualmente puro, aunque se convierta en el más impopular de su grupo. La persona que descubre por la Palabra que el perdón no hace parte de un abanico de posibilidades, sino que es el llamado directo de Dios frente a un conflicto y busca su ofensor para perdonarle.

Es simple, cuando decidamos vivir una obediencia radical a la Palabra de Dios, cueste lo que cueste, hemos ingresado por el umbral del avivamiento. Cuando nuestra identidad como linaje santo, no se camufle camaleónicamente en medio de la sociedad, hemos comenzado a sacudir los cimientos del pecado que se mueven en medio de ella. Eso no está pasando en nuestra nación. Y si no es así, no estamos en avivamiento. Lo otro es… no, realmente no sé que es.

El pastor Angel.