viernes, 23 de abril de 2010

LINA MARULANDA.DESENCANTO POR LA VIDA

Todo el tiempo escuchamos acerca de personas que se quitan la vida. Pero cuando este trágico suceso es protagonizado por alguien reconocido y famoso genera todo tipo de comentarios, pero también de reflexiones. Esta semana los colombianos escuchamos incrédulos la noticia que registró el fallecimiento de la presentadora y modelo Lina Marulanda. Un vistazo a priori de la vida de esta mujer nos permitiría llegar a conclusión, que a su corta edad, ya lo había logrado todo. De un momento a otro, Lina decidió no vivir más. ¿Es la vida tan agobiante y pesada, que renunciar a ella en forma voluntaria resulta una opción atractiva? Cada 40 segundos una persona se suicida en el mundo (según informe de la Organización mundial de la Salud OMS). ¿Por qué tanto desencanto con la vida?

Lastimosamente la vida se ha reducido a trivialidades. Los objetivos y propósitos más elevados del vivir, se han centrado en cosas que no trascienden la vida misma. Es por eso que cuando las adversidades, los problemas, las frustraciones se confabulan alrededor de una persona, el escape surge como una salida complaciente.

El escritor de Eclesiastés, describe su paso por la vida como una visita por todas las estaciones que ella provee. A la altura del capítulo dos menciona que lo probó todo. No privó a su carne de ningún placer. Incursionó en todas las instancias del conocimiento, y disfrutó de todo lo que la fortuna puede colocar al alcance de un mortal. Promediando ese mismo capítulo registra: “Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu” (2:17). Cuando el vivir no trasciende las fronteras de lo que hay debajo del sol, el resultado siempre será el mismo: Un hastío de la vida. Lina lo expresó huyendo por el balcón de su apartamento, pero muchos otros han decidido dejar de vivir, aunque siguen existiendo.

El sabio escritor de texto que hemos mencionado, descubre el sentido de la vida cuando echa una mirada más allá del sol. Esta experiencia lo lleva a encontrarse con Dios, y ubica el sentido de la vida por fuera de las fronteras de la existencia terrenal. Observa los contraste que la vida tiene y ahora puede concluir que todo fue hecho hermoso en su tiempo y que la realidad del llanto puede ser tan enriquecedora como la realidad de la risa. Una vida que excluye a Dios de la cotidianidad, siempre terminará aburrida de sí misma. El salmista lo expresó así (refiriéndose a Dios): “No hay para mí bien fuera de ti”.

Cuál es la invitación por medio de estas líneas. No diseñes los propósitos más nobles de tu vida alrededor de las cosas que se limitan a la realidad que está debajo del sol. No hagas de las riquezas, la fama, el placer, la opulencia, el conocimiento,… el techo de tus aspiraciones, porque cuando llegues ahí, probablemente te encontrarás con tantos vacíos que todo a tu alrededor perderá su sentido. Una vida que no gravita en torno a la persona maravillosa de Dios se quedará tarde o temprano sin razones para vivir. El gran Rey David en un par de verso describe el colofón de nuestra reflexión: “Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:11).

Lina, si al asomarte a ese fatídico balcón, hubieras dirigido tu mirada hacia arriba, quizás te habrías encontrado con él único que tiene la capacidad de darle a nuestra vida, plenitud de gozo. Probablemente hubieras visto la señal que indicaba la senda de la vida, de la verdadera vida. Quizás tu hubieras encontrado con la mano horadada de aquel que dijo: “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.

Con cariño, el pastor Angel.

sábado, 17 de abril de 2010

¿ASPRILLA, EL MEJOR DEL MUNDO?

Durante los años ochenta, el futbol colombiano vivió una época de gloria. Esta generación llevó a nuestro país a disfrutar de tres mundiales y a posicionar el balompié de nuestro país ente la élite de este deporte a nivel mundial. Lograron muchas cosas, pero todos aquellos que fuimos seguidores de esos momentos quedamos con la sensación que se hubiera podido alcanzar más. Desde la comodidad del espectador, podíamos afirmar que no quisieron llegar más lejos, porque capacidades y oportunidades tuvieron de sobra.

Algunos años después, ya retirado, una cadena de deportes en Argentina entrevistó a Carlos Valderrama, “El Pibe”. Sin duda alguna el ícono de esa generación, el permanente capitán de la banda. Fue una entrevista amena, entretenida y entre todo lo que conversaron le preguntaron sobre sus compañeros. Quién sería una figura descollante entre ellos. A pesar de lo comprometedor del cuestionamiento Valderrama respondió sin dudarlo: Faustino Asprilla “El Tino”. De pronto se quedó callado, como si una reflexión lo invadiera. Los periodistas con habitual olfato, aprovecharon para examinar en el interior del ex-jugador Colombiano. “En qué piensa cuando recuerdas al Tino”. De pronto Valderrama, como quebrando la línea de la entrevista dijo: “Hay algo que no le podré perdonar al Tino… (Silencio) Que no haya querido ser el mejor jugador del mundo”.

Ese día comprendí que aquello que muchos pensamos: Este grupo de jugadores se conformó con el éxito mediático; no fue solo una sensación de los espectadores, también hace parte de un sentimiento que a ellos los afecta. El conformismo es la práctica de quien fácilmente se adapta a cualquier circunstancia de carácter público o privado.

Esto lo he traído a colación para reflexionar sobre nuestra realidad como iglesia. Tenemos que reconocer que hacemos parte de una iglesia que se ha conformado. Cuando un futbolista se conforma puede perderse la oportunidad de llegar a ser el mejor del mundo, pero cuando una iglesia se conforma, deja de ser instrumento de Dios en el cumplimiento de su propósito para el momento histórico que tiene que vivir.

Nos hemos conformado con tener asistentes, no discípulos; nos hemos conformado con cambios de conducta, no con conversiones que giran en torno al arrepentimiento. El emocionarnos en medio de una liturgia tipo “show” ha sido suficiente; mientras seguimos siendo el centro de nuestras vidas, imponiendo nuestro propio estilo de vivir. El tener una mecánica experiencia devocional diaria es el mayor logro de algunos. El desarrollar algún trabajo ministerial es la meta suprema de otros. El completar una cadena de cursos bíblicos se constituye en el propósito más piadoso de algunos y quizás el mayor anhelo de la iglesia como tal.

¿Será que la vida cristiana es solamente eso? Que tengamos una comunidad tranquila, creciente, con una edificación bonita, con una economía estable, con una media de conocimiento bíblico que nos saque del mundo del “analfabetismo escritural”. ¿Cuándo es el momento de parar, de detenernos? ¿Cuándo podemos sentir que llegamos? Porque a juzgar por muchas de nuestras acciones parece que hubiéramos llegado hace mucho tiempo. El apóstol Pablo nos da una declaración contundente en su carta a los Efesios (4:13): “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.

La plenitud de Cristo es nuestra única línea de meta. Mientras no alcancemos tal escaño, seguimos corriendo, seguimos creciendo, seguimos avanzando. Nada diferente puede satisfacernos en forma cabal. Ese momento solo llegará cuando como Jesús, podamos contemplar al Padre cara a cara. ¿Mientras tanto qué? El desafío es seguir cultivando la unidad de la fe (la fe viene por el oír. Una fe que nutre sobre el fundamento de la Palabra), estrechando una relación que nos permita conocer cada día más a nuestro Señor Jesús (es diferente conocer de Jesús, que conocer a Jesús), en últimos nuestra meta es ser como él.

Por qué llegar a ser un jugador apreciado en Italia, tener un paso fugaz por Inglaterra y terminar siendo un problemático jugador de tercera en su natal Tuluá, ¿Por qué? El Tino, por su potencial y talento, pudo instalarse en forma permanente en la memoria de la historia al lado de Pelé, Di Stéfano, Beckenbauer, Cruijff, Bobby Charlton, Eusebio y Maradona, Ronaldo, Messi… pero se conformó con un buen contrato y un reconocimiento mediático. No permitamos que eso nos suceda a nosotros, antes por el contrario despojándonos de todo peso y del pecado que nos asedia, corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.

Con Cariño, el Pastor Angel.