viernes, 23 de diciembre de 2011

Navidad y Solidaridad

Las estadísticas registran 800.000 damnificados, 600 inundaciones, 300 deslizamientos, 148 muertos, 30 desaparecidos y 130 heridos (datos publicados por la revista semana – Ed.1546). Esto sin contar los cultivos arrasados, los animales que se perdieron, las carreteras que se dañaron, los caminos que desaparecieron, los sectores que quedaron completamente aislados. Esta es una historia que se repite y en esta misma proporción en los últimos dos años, pero en otras medidas, por décadas.

Una situación así siempre será dramática, pero lo que le imprime más dolor es la época en que esta desgracia ha decidido visitarnos, la víspera de la Navidad, trasladando sus implacables consecuencias a la más popular de las fiestas familiares y la llegada del nuevo año.

La navidad es una celebración que recrea luces de colores, cánticos, comidas especiales, regalos, ropa nueva... pero para las cientos de familias que hoy viven el drama generado por la ola invernal, esta fecha no tiene nada que celebrar. Las imágenes muestran familias enteras a la orilla de las carreteras, con los pocos enseres que lograron salvar, apilados tras ellos. Las marcas hechas por el barro recorren todos sus cuerpos y la mirada refleja en forma evidente una desolación difícil de expresar con palabras.

En una época en que todos nos esforzamos por vestirnos con la mejor pinta, muchos tendrán sobre sus cuerpo aquella ropa que llevaban puesta el día que el agua los obligó a salir, la misma que, estando puesta, se ha mojado y secado varias veces en los últimos días. En la navidad por lo general la comida es abundante, pero este año en particular, aquellos platillos tendrán una leve sensación de amargura. Mientras que muchos los disfrutamos al calor de nuestra mesa, cientos intentaran llevar a sus bocas lo que puedan cocinar, en muchos casos a la intemperie o bajo un improvisado cambuche. En esta ocasión los regalos que recibamos nos brindaran la alegría natural de sentirnos amados y recordados, pero a la vez nos llenaran de algo de nostalgia. Muchas familias en lugares azotados por las lluvias, estarán corriendo en su encarnizada lucha con la naturaleza para que no se lleve lo poco que aun les queda.

Pero si reflexionamos con detenimiento, este es un sentido natural que la navidad tiene y nosotros pocas veces habíamos meditado en torno a él. La navidad es una época de identificación con aquellos que están en condiciones más difíciles que las nuestras. La postal por excelencia de la navidad; una pareja que camina decenas de kilómetros para cumplir con un tiránico edicto imperial que los obligaba a desplazarse hasta sus ciudades de origen. La llegada a la misma en medio del más agobiante cansancio y las puertas cerradas una detrás de otra, diciéndoles en forma reiterada: No hay lugar para ustedes.

Un esposo desesperado intentando improvisar una sala de partos en medio del más antihigiénico de los ambientes. Un lugar donde se mezclan animales, con enseres, con cosas olvidadas y olores de todo tipo. Ese fue el cuadro de la primera navidad, no muy distinto al que observamos en la rivera de nuestros ríos, en los valles inundados por toda la geografía de nuestro país. Familias improvisando con unos palos y un plástico, un lugar para pasar la noche. Espacios compartidos con animales domésticos, pero también con la amenaza de otros animales peligrosos.

Por eso para aquellos que por la gracia y el favor de Dios, disfrutamos de una celebración de navidad en condiciones más amables, debemos involucrarnos de alguna manera en la historia de aquellos que les ha tocado otra suerte. Algo que podríamos hacer es una oración en familia por todos ellos. Que la reunión familiar no se consuma solo en jolgorio y celebración, sino que haya también oración e intercesión. Esto despertará en cada miembro un sentido de consciencia y solidaridad, pero sobre todo, nos permitirá esgrimir el arma más poderosa que los cristianos tenemos junto con la Palabra, la oración.

La otra cosa que podemos hacer es evitar los excesos y los despilfarros. Es una acción del todo pecaminosa, desperdiciar en un momento en que tantas y tantas familias carecen de lo esencial. Si al hacerlo en esta ocasión, se convierte en un hábito, habremos incorporado a nuestro estilo de vida una práctica que nos bendecirá por el resto de nuestras vidas.

Pero si además de las dos anteriores, pudiéramos ejercitar nuestra solidaridad, por medio de algo concreto, abrazaríamos en toda su dimensión lo que esta festividad realmente significa. La Navidad celebra el día en que Dios se incomodó por nosotros, aquel día en que la deidad se degrado para darles a los mortales lo único que podía reconciliarlos con él. Si puedes llevar a una familia damnificada una ayuda que pueda mitigar su dolor en esta época crucial, entonces sin duda es navidad.

Un abrazo y un caluroso saludo de navidad,
El Pastor Angel