En estos
días un amigo que vive hace más de 40 años en la ciudad de Bogotá, me contaba
una experiencia que vivió estando de visita en otro país. Fue literalmente
rodeado y abordado por algunos pastores y líderes de iglesias, quienes querían
saber de primera mano acerca del fenómeno de avivamiento que se está dando en
nuestro país y particularmente en la ciudad de Bogotá. Los comentarios de estas
ansiosas personas eran algo así como: "Bogotá se ha convertido en la cuna
del avivamiento mundial, esta ciudad está inmersa en un avivamiento sin precedentes
históricos, y es desde allí que se está exportando el avivamiento al
mundo". Mi amigo sorprendido les contestó... "Realmente no sé de qué
ciudad me hablan, pero puedo asegurarles que no se trata de las misma en que he
vivido los últimos 40 años".
Si con
avivamiento se quiere definir la concentración masiva de personas en cultos y
reuniones cristianas, estamos en avivamiento. Si con avivamiento se quiere designar
los multitudinarios conciertos musicales de artistas cristianos, estamos en
avivamiento.
Si es avivamiento la capacidad que hoy tienen las iglesias de
convocar personas y abarrotar los grandes escenarios por medio de cruzadas y
jornadas de milagros, estamos en avivamiento. Si avivamiento es manejar
cuantiosos recursos y poseer notables influencias a los más altos niveles,
estamos en avivamiento.
Pero si
avivamiento es una profunda reforma espiritual que se incuba en el corazón de
una persona y trasciende hasta afectar su entorno y estremece los cimientos de
la corrupción y el pecado... Nada de lo que nos está pasando encaja bajo esta
designación.
Cuando
Esdras regresa del exilio, encabezando el tercer grupo de repatriados, se
encuentra con que el remanente de Israel que ahora vive en Judea, ha alcanzado
varios logros importantes. Han construido el templo, han restaurado las
ciudades y han edificado sus propias casas, pero se da cuenta que la estructura
espiritual de la nación no está creciendo en la misma proporción. Aunque todos
los servicios del templo ya se habían organizado, este Escriba descubre que la
nación se había apartado de la impronta que Dios había hecho de ella.
“El
pueblo de Israel y los sacerdotes y levitas no se han separado de los pueblos de
las tierras, de los cananeos,… y hacen conforme a sus abominaciones. Porque han
tomado de las hijas de ellos para sí y para sus hijos, y el linaje santo ha
sido mezclado con los pueblos de las tierras; y la mano de los príncipes y de
los gobernadores ha sido la primera en cometer este pecado” (Esdras
9:1, 2).
Esa nación había sido designada
por Dios como linaje santo y por la mezcla con pueblos paganos había dejado de
serlo. La más grande tragedia que puede vivir el pueblo de Dios, es que nuestra
identidad se diluya en medio de las presiones que son generadas por el entorno
pecaminoso en que vivimos. El remanente asentado en Jerusalén, parecía no
notarlo, pero Esdras rasgo sus vestidos y corrió a postrarse delante de la
presencia de Dios. Por su conocimiento de la Ley, este hombre descubrió que el
haber emparentado con pueblos paganos, ofendía de manera flagrante la santidad
de Dios. La Palabra les instaba a separase de dichos pueblo y el llamado de
Esdras fue sencillamente ese.
Disolver matrimonios de años,
algunos de ellos con hijos de por medio, parecía una acción que rayaba en el
fanatismo, sin embargo, al revisar lo que Dios había declarado se dieron cuenta
que no tenían otra opción. Después de convocar a la nación y revisar lo que la
Ley mencionaba sobre estos matrimonios, el pueblo respondió, “lo haremos”.
He ahí una bonita definición de
lo que es Avivamiento. Cuando una persona, una familia, o una congregación en
general deciden obedecer lo que Dios dice por medio de su Palabra, sin importar
las implicaciones que esto tenga. Por ejemplo, cuando una persona decide romper
con esa relación adultera a pesar de lo gratificante que parece, porque así lo
dice Dios en su Palabra. El empresario que renuncia a su doble contabilidad y
sujeta su negocio a todos los parámetros de legalidad, porque a la luz de la
Palabra no hay otra opción. El adolescente que decide guardarse sexualmente
puro, aunque se convierta en el más impopular de su grupo. La persona que
descubre por la Palabra que el perdón no hace parte de un abanico de
posibilidades, sino que es el llamado directo de Dios frente a un conflicto y
busca su ofensor para perdonarle.
Es simple, cuando decidamos vivir
una obediencia radical a la Palabra de Dios, cueste lo que cueste, hemos
ingresado por el umbral del avivamiento. Cuando nuestra identidad como linaje
santo, no se camufle camaleónicamente en medio de la sociedad, hemos comenzado
a sacudir los cimientos del pecado que se mueven en medio de ella. Eso no está
pasando en nuestra nación. Y si no es así, no estamos en avivamiento. Lo otro
es… no, realmente no sé que es.
El pastor Angel.
Cuando no cortamos el cordon umbilical con el mundo, nos pasamos la vida teniendo eventos que impactan nuestro entorno pero no impacta ni mueve para nada el corazon de Dios, y si hay mucho movimiento pero nunca sera avivamiento
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